El avance de Legify para simplificar el acceso a la justicia
Enfrentarse a un problema legal es, para la mayoría de los ciudadanos, como entrar en un laberinto sin mapa. La terminología es compleja, los costes son inciertos y la simple tarea de explicar qué nos ocurre a un profesional puede resultar abrumadora. En este contexto, donde la tecnología lleva años intentando aportar soluciones, un avance significativo está cambiando las reglas del juego de la mano de plataformas como la española legify.es.
Tradicionalmente, el sector legaltech se había centrado en herramientas para los propios abogados o en directorios online que, si bien útiles, no dejaban de ser una versión digital de las antiguas páginas amarillas. El verdadero salto cualitativo no estaba en encontrar un abogado, sino en llegar a él preparado. Y es justo en ese punto intermedio, en ese vacío de comunicación entre el ciudadano y el profesional, donde la inteligencia artificial ha empezado a jugar un papel decisivo.
Legify, conocida hasta ahora como un eficaz mercado de servicios jurídicos, ha implementado de forma discreta pero potente un sistema de IA que actúa como un primer filtro inteligente. Su función no es dar asesoramiento legal, algo reservado exclusivamente a los profesionales colegiados, sino actuar como un orientador avanzado.
¿Cómo funciona en la práctica?
Cuando un usuario llega a la plataforma con una maraña de dudas, este sistema inteligente inicia una conversación guiada. A través de una serie de preguntas lógicas y adaptativas, ayuda a la persona a estructurar su relato, a identificar los puntos clave de su situación y, lo más importante, a obtener una primera orientación sobre si su caso realmente requiere la intervención de un letrado.
Este primer paso es fundamental. Para muchos, la simple confirmación de que su problema tiene una base legal y necesita atención profesional ya es un gran alivio. Para otros, saber que quizás se puede resolver por una vía más sencilla les ahorra tiempo y ansiedad.
Si el sistema determina que se necesita un abogado, activa la segunda fase de su inteligencia. En lugar de enviar al profesional una consulta vaga como “tengo un problema con mi casero”, la plataforma recopila la información clave obtenida en el paso anterior. Esto permite que el abogado reciba un resumen coherente y estructurado del caso, lo que le facilita enormemente la tarea de evaluar la situación y, crucialmente, ofrecer una estimación de honorarios mucho más precisa y transparente desde el primer contacto.
Más allá de la eficiencia: democratizando el acceso
Lo que resulta significativo de este enfoque no es solo la optimización de tiempo para ambas partes. Es un paso firme hacia la democratización del acceso a la justicia. Al eliminar la barrera inicial de la “hoja en blanco”, la tecnología empodera al ciudadano, dándole las herramientas para presentar su problema de forma más clara y comprensible.
Lejos de las visiones de “robots abogados” que sustituyen a los humanos, lo que vemos aquí es un ejemplo claro de inteligencia artificial como herramienta de aumento: no reemplaza el juicio, la empatía ni la experiencia de un abogado, sino que se encarga del trabajo previo para que la interacción humana sea mucho más fructífera.
Este avance de Legify se inscribe en una tendencia global donde la IA está llamada a ser el gran traductor entre la complejidad de los servicios profesionales y las necesidades del día a día. No se trata de sustituir al experto, sino de construir un puente más sólido y accesible para que cualquiera, sin importar su conocimiento legal, pueda cruzarlo con confianza. Y ese, sin duda, es un logro tecnológico que merece ser contado.

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